Anem a ensumar
No hace falta ser un especialista para
degustar una cerveza.
Parece ser que esto de catar alimentos
sea una actividad especializada y cabalística que requiera actitudes
y gestos de misteriosa significación y recóndita función.
Muchas veces oigo comentarios de gente que se imagina que no se puede degustar
nada sin previos y largos estudios abstrusos o sin pertenecer a alguna
oscura secta o hermandad esotérico-gastronómica.
Es una idea preconcebida que conduce,
entre otras cosas a dos salidas bien conocidas: podemos ser “especiales”
y pertenecer a un grupo de escogidos que planean por encima del resto de
la humanidad; es la solución pija o esnob. O bien renunciamos a
unos placeres o conocimientos que, en realidad, son de lo mas accesibles.
Dejamos a los “especialistas” la facultad de dictaminar para nosotros y
por procuración sobre las características de un crudo y,
en algunos casos, aprovecharse crematísticamente de nuestra voluntaria
ignorancia.
Como siempre, las ideas preconcebidas,
hay que comprobarlas y cotejarlas. En efecto, si no estamos capacitados
para degustar una cosa, y como nosotros, la mayoría de la gente,
como se ganaran la vida los que los producen? De que viven? Del apostolado?
Alguien se cree que una cerveza se produce comercialmente y solo se vende
a los degustadores profesionales? Si un producto solo lo puede “medir”
un especialista, que pintamos nosotros aquí? Que hacemos con una
jarra de cerveza en la mano?
Bueno, es verdad que para según
que cerveza, no es necesario ser ningún especialista... Hasta es
mejor no serlo de ninguna manera...
No es en absoluto necesario ser un profesional
para degustar una cerveza y ser capaz de describir la experiencia. De hecho,
cualquiera de nosotros que no esté resfriado y que no padezca anosmia
está perfectamente cualificado, mentalmente y fisiológicamente,
para distinguir las características de un alimento.
La diferencia estriba en que el profesional
se entrena y que cobra.
El profesional se entrena en diversas
direcciones:
a) Suele oler a diario preparados en
diversas concentraciones de compuestos químicos que sabe que se
encuentran en la cerveza.
b) Suele hacer lo mismo pero mezclando
también en diversas concentraciones los mismos compuestos en una
cerveza “light” sin interés alguno.
c) Su principal actividad consiste
en probar constantemente cervezas de todo tipo. Muchas veces, se las cuece
el mismo. Las prueba en circunstancias diferentes, en asociación
con alimentos diferentes. Las degusta a diferentes temperaturas.
d) Finalmente, el catador es una persona
curiosa que siempre usa del sentido mas olvidado: el olfato. Un degustador
tiene que estar siempre husmeando y, claro está, es mejor que recuerde
lo que está descubriendo con este sentido.
Y nosotros también podemos hacerlo.
Al menos en parte. Las dos primeras opciones son muy complicadas y pueden
ser caras. Yo mismo he desistido de ellas. Pero nos quedan las otras dos,
cosa que no está nada mal. Las dos son divertidas y recomendables:
Prueben ustedes muchas cervezas. Repitanlas.
Y háganlo en circunstancias sicológicas y fisiológicas
diferentes. Verán como una cerveza les va entregando poco a poco
sus secretos. Verán como algunas características solo aparecen
en circunstancias determinadas o al cabo de varias experiencias previas.
Nosotros hemos tenido que repetir cuatro veces alguna cerveza para descubrirle
su toque de fresa. Otra nos regaló con su punta de jazmín
al cabo de mas de seis intentos. No hay regla. Como siempre. Hay que buscar
y experimentar. Y comunicarlo a los otros, que también nos interesan
vuestras vivencias cerveceras!
Salgan ustedes al campo, y huelan todo
lo que hay por ahí. No solo las hierbas reputadas aromáticas
como romero, la hierba Luisa o el tomillo. Pasen sus manos por las matas
de hierba y huélanlas. Rompan alguna hebra de gramíneas,
percátense de los olores que se desprenden de la savia. Y la hiedra!
Hay muchas especies. Toquen sus hojas, huelan, acérquense que no
muerde! Se han fijado ustedes que los cipreses no hacen el mismo olor todo
el año?
Y cuando llueve! Madre que olores: tierra
mojada, hierba mojada, madera mojada. Hasta el perro mojado huele diferente...
Vayan ustedes al herbolario y pidan
lúpulo. Nada más. No será el lúpulo de cervecería
ni seguramente tendrá el frescor requerido. Pero es igual, para
oler y acercarse un poco a lo que buscamos, es perfecto. Pero pidan también
un poco de cilantro, husmeen el regaliz, pasen por la ajedrea, fíjense
en la ruda, en la salvia. Cuando fumaba, me hacia mezclas de tabaco neutro
sin aromatizar y añadía hoja seca de higuera o de vid. Quemaba
un poco la boca pero los olores eran interesantes. (En cualquier caso,
les recomiendo que no fumen: desde que lo he dejado, mis capacidades olfativas,
si pudieran cuantificarse, hubieran doblado!)
También les recomiendo una visita
al panadero. Si pueden, hagan una visita en el obrador. Huelan las diferentes
harinas si las tiene. Huelan también la masa de pan acabada de amasar
(en otros tiempos oliamos también algun que otro efluvio de sudores...).
Huelan el horno: no hay desperdicio. Y finalmente, exciten sus papilas
con los productos acabados de hornear: pan, panecillos, galletas, croissants,
ensaimadas y que se yo que mas! Todo ello lo encontrareis en el perfil
de malta.
Pero no les queda camino por recorrer!
Vayan a la fruteria. Husmeen por todas partes. Han probado frutos como
la grosella, el arandano? Han olido las diferentes variedades de manzana?
Bueno, investiguen todo lo que puedan (yo lo hago y mis hijos suelen decir
“este hombre raro que lo husmea todo no es nuestro padre. Lo hemos recogido:
está visitando Europa...”)
Finalmente tambien les queda la posibilidad
de ampliar conocimientos en la floristeria. Les digo cómo? No hace
falta verdad?
Nosotros podemos profesionalizarnos
un poco. Y seamos un poco sistemáticos:
Una vez nos hemos acostumbrado a oler
de todo por doquier, podemos
a) Proceder a degustar una misma cerveza
varias veces en circunstancias ambientales diferentes.
b) Degustar una cerveza en momentos
sicológicos diferentes.
c) Degustar la cerveza a diversas temperaturas.
d) Oler el recipiente, concretamente
la botella, inmediatamente después de su apertura para “cazar” los
ésteres más volátiles.
e) Oler los vasos y las botellas a
medida se van calentando.
f) Oler vasos y botellas cuando ya
se ha acabado todo y los niños están en la cama. Es un momento
tranquilo y los fondos de vaso y sobre todo de botella huelen fuertemente
a malta. Es un buen momento para aprender a reconocer los diferentes tipos
de malta que intervienen en la elaboración de la cerveza.
g) Acostúmbrense a degustar
la cerveza a temperatura “humana”. No sirve de nada intentar descubrir
elementos distintivos de un crudo a menos de 8ºC. Como decía
en otro artículo, 10ºC está muy bien, y para las Ale,
13ºC es óptimo. Temperaturas mas altas son útiles para
el estudio pero no son placenteras. Al menos para mí.
Degustar es oler. Y no es oler solo
cerveza. Es oler de todo. Es recuperar un sentido que en otras épocas
fue fundamental para nuestra supervivencia como especie. Solo tenemos que
aplicar un poco de voluntad. Veremos como muy rápidamente, nos convertimos
en auténticos sabuesos olfateadores. Si se fijan, cada persona tiene
un olor diferente. Si no se fijan, todo es plano, solo se darán
cuenta de los extremos: perfumes violentamente capitosos, sudores apimentados...
bueno ya saben. Solo hay que querer fijarse.
Luego hay que memorizar. No es una tontería:
a veces sé que he olido aquella cosa, pero no la puedo identificar.
No es un problema de olfato, es una cuestión de memoria: simplemente
no puedo recordar que es. Y como nuestro lenguaje no dispone de vocabulario
propio para el olfato, funcionamos por analogía: un olor recuerda
otro que procedía de tal cosa. Decimos que huele a tal cosa. Si
no podemos establecer esa cadena, olemos pero no podemos comunicar al respecto.
Si siguen ustedes esas recomendaciones,
se pueden convertir ustedes en fantásticos degustadores por un precio
módico, con el tiempo y haciendo lo que nos gusta a muchos: beber
cervecilla, que hace mas amena la vidilla.
Menja pa, pero si vols viure, beu cervesa.
Epopea de Gilgamesh, cant 2
Albert Barrachina Robert
Octubre 2002
http://www.geocities.com/cercatweb
albarrob@arenys.vilaweb.com
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