En Julio de 2002, un prestigioso publicista
catalán, invitado a dar una conferencia ante productores de vino
afirmó que el mundo del vino, en materia de publicidad, tenia mucho
que aprender de las campañas publicitarias cerveceras. Dijo que
para vender cerveza se recurría a ideas mas variadas, mas divertidas,
en definitiva que la venta de cerveza se beneficiaba de una publicidad
más ágil y más accesible.
Otra noticia de interés: en un
estudio llevado a cabo en los EEUU entre 1995 y 1998, se ha puesto de manifiesto
que los degustadores de cervezas de cualidad y de vinos escogidos son prácticamente
los mismos. Suelen pertenecer a la clase media acomodada o a clases con
todavía mas poder adquisitivo (en esto diría que no se me
parecen mucho), son educados y en muchos casos han accedido a niveles altos
de instrucción y viven mas bien en las costas que en el interior
del continente. No son mejores que otros, tienen estas características
y nada más.
Ante estas noticias algunos aficionados
a la cerveza tendríamos que hacernos algunas preguntillas. Ahí
van un par de ellas.
Cuando el publicista de renombre (merecido,
nos consta) se refiere a la cerveza, sabe exactamente a que se refiere?
De que tipo de cerveza está hablando? Muchos profesionales de este
gremio nos dirán que su trabajo consiste en vender imagen, no suelen
vender ningún producto ni se interesan demasiado a él. Juegan
con la imagen que ya tiene la gente de un producto, la moldean y a la larga
la pueden modificar. Pero, lo mas seguro es que no les importe demasiado
el producto en sí. De manera que nosotros somos los que debemos
de interrogarnos al respecto. Y la verdad es que, en todos los países
del mundo, las propagandas mas sonadas suelen ser perfectamente intercambiables:
una publicidad de refresco carbonatado podría valer para una cerveza
y al revés. En este medio, una cerveza es como un teléfono
móvil... A nadie le importa qué se vende sino cuanto se vende.
Cuanto más chillona la propaganda, menos especializada y menos importa
la cualidad de lo que se vende. Es una regla que he descubierto yo solito
y que hasta ahora no sufre contra-ejemplos. La pueden copiar en grande
y pegarla a una pared de su dormitorio: las cervezas que hacen mucha
propaganda, la necesitan... El nivel cualitativo de estos crudos es
entre bajo e impresentable. Puedo permitirme decir esto porque soy completamente
independiente: no recibo prebendas de ningún fabricante ni de ningún
comerciante en cervezas. (En realidad, no recibo prebenda alguna...)
Con variaciones culturales mas que probables,
la encuesta americana es extrapolable a Europa. La gente que se preocupa
de degustar un alimento suele presentar un nivel educativo con algún
punto de sofisticación. En algunos casos exagerados esta sofisticación
se magnifica y se convierte en pedantería y/o esnobismo: ya se sabe,
hay gente que compra y vende imagen, vacuidad y vanidad. Pero no estamos
hablando de estos pues no suelen distinguir nada más que los envoltorios
y los precios. Estamos hablando de los que aprecian los placeres de la
vida, especialmente los que denominamos " de boca". Y estos epicurianos
suelen haber accedido a un cierto nivel cultural que les permite saber
qué es lo que están tomando y también disponen de
los medios intelectuales mínimos para poder comunicar al respecto.
Las campañas publicitarias repetitivas e intercambiables no les
están dirigidas. Un degustador no necesita que le presenten su plato
o su bebida favorita acompañados de la consabida joven supuesta
belleza de escote y pierna generosos; así como una degustadora no
necesita que le atraigan la atención sobre el objeto de su interés
mediante la exhibición de un torero musculoso engominado y con una
mandíbula que parece buscar un anticipo sobre el pastel. En principio,
su cultura es suficiente como para distinguir entre ambas cosas y para
deducir sin mucho esfuerzo que una no tiene nada que ver con la otra.
Podemos pues avanzar sin peligro de
equivocarnos demasiado que la publicidad llamativa, divertida, chillona,
insistente y que puede apelar a instintos que no tienen ninguna relación
con lo que se vende, suele ofertar algo engañoso. En el caso que
nos ocupa, se vende cerveza de dudosa cualidad gustativa. Y es de saludar
que no se venda el vino de la misma forma. De hecho, los vinos que se publicitan
igualmente, suelen presentar la misma cualidad. Recuerdan aquellos "tetra-brik"?
Y todo esto nos conduce a reflexionar
un poco y en voz alta sobre una duda que se infiere de lo que precede:
que imagen tiene de sí mismo el bebedor de cerveza y que imagen
tiene de sí mismo el fabricante?
En esto, el mundo del vino nos lleva
una ventaja insalvable. El productor de vino, el degustador así
como el consumidor gozan socialmente de una gran consideración.
Desde la época romana clásica hasta hoy, el mundo del vino
ha sabido mantenerse en los rangos más altos y distinguidos de la
sociedad. La cerveza, aunque más venerable en el tiempo, gozó
de todos los estatutos: desde brebaje divino y cultual a bazofia tabernera.
La cerveza lleva un lastre social que es de difícil resolución:
la idea que el cervecero y el consumidor tienen de sí mismos.
Sinceramente, a nosotros nos dan rabia
y pena estas páginas web en las que se ensalza y promueve el consumo
indiscriminado y masivo de cervezas. Entendemos lo que hay detrás,
al menos en parte. La cerveza es una bebida popular (porque es barata)
que alegra y junta la gente. Da una placentera sensación de pertenecer
a algún grupo social en el que se detectan ciertas fidelidades a
personas o a ideas. Eso da calor al corazón y es bueno. La cerveza
permite un "pedo" menos letal que el vino o los alcoholes más fuertes
y hay que beber más para que se noten estos efectos. Eso alarga
la fiesta. Hay que reconocer que la borrachera de cerveza es menos "cutre"
que la de vino. (Siendo la borrachera, desde nuestro punto de vista, siempre
"cutre"). La cerveza quiere sarao. Las bebidas más fuertes van mas
al grano del "gato". Cuanto más fuertes, más expeditivas.
Bueno para la cerveza, pero a que niveles nos estamos moviendo? Tiene que
ser esta la única ventaja o el único interés de la
cerveza? Que su graduación alcohólica es relativamente baja?
El estado español alberga la
tercera industria cervecera de Europa. En cantidad, claro está.
Que imagen tiene de sí misma la industria cervecera?
La sensación que se me antoja
es que, como con la publicidad, da igual que se trate de cerveza, de tornillos
o de ordenadores. Lo importante es el consumo en masa, una fabricación
en masa y unos beneficios proporcionales. Unos objetivos perfectamente
legítimos pero que distan de forma mayúscula de satisfacer
el espíritu inquieto del degustador. De hecho, esta visión
de la elaboración de la cerveza es muy acorde con lo que describíamos
del consumidor. Los fabricantes nos dirán que se ajustan al sacro
santo juego de la oferta y la demanda. Y a regañadientes tendremos
que darles la razón.
No se me asusten. Nuestro neofitismo
en la cultura cervecera, con sus ventajas y desventajas no implica que
seamos muy diferentes de los que llevan milenios en ella: hooligans de
todo pelo (o faltos de él), de todas nacionalidades, religiones
e inculturas, con la litrona al morro, chorreando cerveza por las comisuras,
son un espectáculo denigrantemente frecuente en cualquier país
supuestamente civilizado del Atlántico Norte y de allende los mares.
(Estos comportamientos son "aceptables" cínicamente porque comportan
beneficios para las arcas de los estados. Otros comportamientos, también
auto destructivos, son criminalizados porque no son controlados económicamente.
Pero esto, como dicen los Franceses, es otro par de mangas). La incivilización
está muy bien repartida. Posiblemente sea uno de los bienes más
democráticos que se conozcan. Y la cerveza padece de su consumo
incivilizado en todos los países, hasta en los que parece que haya
más cultura cervecera.
Ni tampoco son excepción los
cerveceros industriales del estado español: en todas partes se cuecen
habas y se pueden encontrar infectas bebidas cervezoïdes en todo el
mundo. De hecho son legión y son la mayoría.
Ni todo el vino es bueno ni tiene porque
serlo, ni toda la cerveza tiene que halagar nuestro paladar. Contrariamente
a la idea general que impera, en la variedad y en la diferencia está
la riqueza cultural. Tiene que haber de todo para todos los gustos. Y ya
que se hace mucha propaganda y mucho ruido alrededor de cervezas que no
nos gustan, nosotros rompemos lanzas modestas a favor de las cervezas de
degustación. Tal vez sean mas agujas o alfileres que lanzas, pero
menos da una piedra, no les parece?
En ser la cerveza una bebida "popular",
nos podemos dejar de formalidades y esnobismos. Se puede perfectamente
degustar seriamente una cerveza y luego glosar alegremente sobre ella.
El degustador de cerveza tiene que desacomplejarse. No es su categoría
inferior a ninguna otra. Si lo es, es porque el se piensa a sí mismo
de esa forma. La actitud de degustar es aplicable a cualquier alimento
o bebida. Esta idea nos da acceso a inmiscuirnos con tranquilidad en todo
tipo de especialidades gastronómicas, las reputadas nobles y las
consideradas menos distinguidas. De hecho, objetivamente, estos rangos
no existen. Así lo demuestra la encuesta citada en cabecera: los
catadores de cervezas de degustación son casi los mismos que los
que se regocijan con vinos selectos. Vamos pues a por ellos y a por ellas!
I una pinta a la vostra salut, companys!
Albert Barrachina Robert
Julio 2002 |